Selección poética
Por Ricardo Ríos
Última cena
A Nárriman Montes Ríos
Señor,
yo también quiero instituir la santa eucaristía
en mi última cena.
Tengo sentados en la mesa a mis apóstoles:
hormigas
ratones
cucarachas.
Las tripas me traicionan
esta noche
en que seré consagrada.
Alrededor de la mesa,
el mantel lleno de migajas
da un grito de pascua
y se debate entre dos sueños.
Agua o vino
que es tu sangre y mi sangre
Pan o carne que es tu cuerpo
y mi cuerpo
Haré de esto memoria tuya y mía
en este cuarto donde nunca sospeché
que nos traicionaran.
Estoy preguntándome
qué habías reservado para mí.
Estoy preparándome
este delicioso banquete antes de que amanezca
y cante tres veces el gallo.
Qué terrible sería negarme a mí misma.
Voy a cerrar la puerta y la ventana, Señor,
para beberme de este cáliz el frío.
Préstamo de luz
Yo quiero sentirme un cerillo
guardado en una caja
llena de calor a toda hora
No tengo preferencia sobre el momento
para ser encendido.
Eso es lo de menos.
Lo importante de este asunto
es apagarse hasta consumirse
cuando es posible
comparar al aire con un latido.
Yo quiero sentirme un cerillo
Yo quiero sentirme
Yo quiero
cumplir la voluntad de unas manos
y encender la claridad del día.
Piñata
Sus vísceras,
pequeños caramelos.
Alguien se da con un palo en las costillas
para despertar con un grito
a todos los niños que sueñan
en la fiesta de cumpleaños.
Vengan niños a vendarse los ojos.
No merece darse la paliza de las risas
de globos, dulces, y felicitaciones.
No merece saltar en pedazos de huesos.
Los niños solo buscan caramelos en las vísceras.
Mujer que duerme
Que alguien toque la cabeza de esa mujer que duerme.
Sus pesadillas se amarran
a la imaginación de su pelo
tendido como sábana sobre un cuerpo.
Basta un movimiento de su frente para espantar las
moscas,
un espacio para acomodar el corazón y abrir la bóveda del
tórax,
y nos muestre el sueño que se derrama
desde la cabeza hasta los pies.
Cierren la puerta
Soy un cuarto más en esta casa
mi pecho por ventana.
Aquí las costillas conservan la posición
horizontal de las persianas.
Mi camisa por cortinas
tiene la gracia de expresar ese ruido metálico del aire
Si levanto los brazos a la altura de mi cabeza
toco los sesos
y quedo esponjoso, latiendo de alegría.
Soy un cuarto con el techo lleno de agujeros.
La luz requiere de enseñanzas metódicas
sobre la oscuridad. También la lluvia necesita de una
gotera
que nos recuerde la descomposición de un ojo
colgado de un rostro.
Soy un cuarto más en esta casa.
Piquen mi ombligo
Verán la herida abierta
en la extensión de los cables,
Reciente corte de luz por falta de pago.
Tratándose de pilares, mis piernas
responden a la presión del peso.
Para no llenarme de insectos, me pongo calcetines,
fingiendo que estoy pintado de un color más o menos
natural
Para que oigan roncar la motosierra que perdió sus
dientes en un árbol
que se cansó de contar en alta voz
el ritual de los niños que entregan a los ratones
sus dientes de leche,
y esperan su dentadura
contemplando las encías de sus abuelos
como el perrito triste que busca asilo
en la ventana de mi pecho
mientras mis pies son ladrillos,
no cuadrados sino largos como una reflexión.
Si acaso despierto
no dejen que abra mis párpados
No soporto ninguna semejanza con el sol.
Ricardo Rios Abogado y Notario Público, Psicólogo. Su poesía ha sido publicada en la Antología ESE VIENTO QUE CANTA del Grupo literario ESPEJO de la ciudad de León. Y en la muestra EL MATERIAL DE TUS SUEÑOS; cuatro voces de la nueva Poesía en León, publicada por la Promotora Cultural leonesa. Así como en Revistas Nacionales e internacionales. Participó en el Festival Internacional de Poesía Amada Libertad, El Salvador. La muestra de poesía presentada pertenece a su libro Préstamo de luz publicado bajo el sello editorial Índole Editores de El Salvador.