Breve antología poética
Por Rubén Márquez Máximo
Viaje
(Fragmento)
Hay un viento que derrama sus destellos
desbordando el fuego y las caricias de las olas
el perfume de la tierra
es el viaje hacia nosotros
hacia el agua que te habita
hacia los colores y las líneas de tu cuerpo
es el mar entre palabras que contienen el silencio de los besos
es la tierra y sus miles de fragmentos fulgurando
envolviendo el aire de nostalgias
es el viaje por la línea que se abre en medio de tus labios
naufragando el sueño de la muerte
las verdes nervaduras de tu alma
tu piel de hoja que se eleva por un mar de viento
Rubén Máximo Márquez
y tu íntima mirada se me escurre
y la pupila de la noche es el mar ante las llamas.
IX
Voy hacia el misterio de tus aguas
hacia ese sonido dulce
que se desborda de los labios
hacia tu voz
hacia tu lengua
y los ecos atrapados en penumbra
voy a lo arabesco de tus aguas
caminando entre la humedad del día
entre gotas
precipitado lentamente
soltando las amarras
de este cuerpo
de estos pies que buscan la marea
naciendo en litorales
persigo la inmortalidad del agua
el tiempo girando en el centro del océano
con la presencia de los cuatro vientos
en un solo soplo
con el surgimiento del torrente
que se hunde.
Poemas de mar y viento
II
A Berta Hernández
Besaré la mañana llena de tu aroma
el olor a manzanas que rebosa en tus caderas
el vuelo que recorre camas
la marea de ausencia flotando por los cuadros
y será que el mar los hunde
y la balsa de tu cuerpo los sujeta
evitando la caída a lo profundo del lunar oceánico
donde tenerte se vuelve el sueño lento sin amarras
sueño de peces fugaces
besaré el aire de tus labios
la palabra de tu nombre
el hambre que adivino
y el eterno canto chorreando entre tus piernas
cielo negro lleno de colores
besos caerán hasta la hondura de tu vientre
hasta que poco a poco te hundas
con los cuadros y mi cuerpo.
V
A Berenize Galicia
Nace la mirada de tus dedos de pintora
del color esbozado a la mitad de un pensamiento
del sentir de la seda y el beso
tiempo quieto escurriendo a goterones
racimos de existencia
pezones inquietos
con el roce húmedo de mi lengua de palabras
cuando por tus ojos brota mi mirada
y la derramas
por el cuadro cuerpo de tu olvido
vuelve al punto
remolino lejano
alhep de mis deseos flotando sobre el mar rayado
cama vacía donde nace el vértigo
me detengo
recorro tus muslos con las líneas prestadas
de tus cuadros
busco la mariposa negra saliendo por ventanas
y tus ilusiones grises
haciendo de estrellas en la página blanca
húmeda
justo al instante en que las palabras deambulan por tus labios
mientras te pintas observada por mis manos.
Pleamar en vuelo
***
Me dices que abandone los favores
de aquella joven a quien amas
y que no vuelva a pisar su casa
pues sufres si piensas que estuve antes.
Prometo no tocar su puerta
no visitar las sábanas que calientan su cuerpo
y sienten muchas veces
el feliz encuentro que nos damos
para dejar a la que amas partir a su destino.
Pero toma en cuenta que no puedo asegurarte
que no sea ella la que venga corriendo hasta las mías
buscando entrelazarse en la húmeda blancura
del placer inmenso que no encuentra entre las tuyas.
***
Qué importan tus riquezas
la opulencia de tus cenas
y el oro que exhibes torpemente.
De qué te sirve el despilfarro
si ella no te ama.
Cómo gozar de la fortuna
si sus ojos no te miran
ni tus tardes se inflaman con su aroma.
Le beso el cuello a la que no te quiere
mientras el brillo de tu diente
se opaca de la envidia.
***
Cintia se ha enojado porque vine a verte
me ha insultado con ardor entre los labios.
No importa lo que diga
aunque pasado el tiempo me persiga su imagen
para reclamar por los besos que te marco
llego a ti por la miel que todo alegra.
¿Me preguntas por qué la sigo viendo
si es celosa y enfadosa como nadie?
Piensa en esto y sé sensata.
Sin el ardor de sus injurias
¿tendría caso venir a verte?
Tu boca ofrece el bálsamo
ella la herida que tú curas.
***
Mis versos harán famosa a mi muchacha
de las flores la más bella
la más diestra con el vientre y con los muslos
la más ardiente de las llamas.
Todos los viernes cae la tarde y toco su ventana
abre la mañana y quedamos fatigados
en esas horas el instante de los siglos.
Mis besos la harán dichosa
y todos los hombres pasearán por las calles buscando sus ojos
porque sin saber su nombre desearán su lecho.
***
Más allá de tu dominio
he visitado puertos y ciudades
tierras sin leyes ni fronteras
que alegraron el instinto de los días.
He conocido lenguas y sabores
en las bocas que anidaron mis angustias.
Aquí a mi lado cantaron las sirenas
bosques de ninfas habitaron en mi pecho.
Pero siempre regreso a tu madeja
al agua oscura de tu gruta
donde la vida teje el entresijo
la miel que escurre de promesas.
***
Eres la más culta de todas mis amantes
pero todos tus encantos
las artes en la música y la danza
tus modos delicados
y tantas lecturas de los clásicos
no son nada
ni una pizca de felicidad
frente a las costumbres liberales
que practicas como brasas en mi cama.
Las batallas de Eros
Rubén Márquez Máximo (Puebla, México. 1981) Poeta y ensayista. Sus poemas han aparecido en diversas revistas nacionales e internacionales. Ha sido incluido en las antologías de poesía mexicana: La luz que va dando nombre (1965-1985): Veinte años de la poesía última en México (2007), El oro ensortijado. Poesía viva de México (2009), Antología de poesía contemporánea. México y Colombia (2011), Antología general de la poesía mexicana (2014) y Al menos flores, al menos cantos. Antología de poetas del mundo (2017). En Ediciones Alforja ha publicado el poemario Pleamar en vuelo (2008) y en Valparaíso México Las batallas de Eros (2016). Es fundador de la revista electrónica y la editorial Círculo de poesía, donde escribe la columna Pleamar. Actualmente estudia el Doctorado en Literatura Hispanoamericana en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.