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Un cielo que llaman muerte

Por Gabriel Rodríguez Molina

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Ediciones Kalos, 2019.

A las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.

Miguel Hernández.

 

Cantar a la poesía es adentrarse en el fuego, calcinarse las manos, dejar que nuestro aliento estéril se camufle entre el humo y el viento. Es hundirse en el silencio y contemplar la nacencia, marchitarse en las brazas, ser las llamas azules y los maderos negros.

 

Cantar a la poesía es habitar las manos de quienes transpiran su existencia, de quienes lloran frente a los espejos de agua, de quienes, esclavos, caminan día tras día sobre su propia sombra. Es volver al fuego natal, perderse en sus jardines, peregrinar junto a la frescura del río y caminar hacia el origen, ese que está adelante.

Víctor Hugo
 

*

Desgarra cuerpo mío la soledad

y al olvido escupe.

 

Sangra funeral

que la poesía despertará

 

que más allá de tu isla habrá una tierra que llamen vida

y un cielo que llamen muerte.

 

Despierta sangre mía, que los muertos soñarán con mi llanto

y los poetas se hallarán bajo estas palabras vacías.

 

Calla tristeza, que los pobres saciarán su hambre con mis entrañas

y de mi vientre marchito nacerá una flor.

 

*

En los prados de tu cuerpo duermen los ojos de los fusilados

y el temblor de los inocentes.

 

Allí, en el campo de tu vientre

la sangre americana fluye con las venas abiertas.

 

*

Cuanto más acerbo era su dolor, más impetuoso salía su canto,

porque cantaba con el amor sublimado por la muerte,

el amor que no termina en la tumba.

O. Wilde

Allí, en los jardines de tu boca, mundo soluble

hecho de plumas como nubes, de lágrimas como mar

 

un ruiseñor coloca su corazón frente a una rosa

y con una espina en el pecho le canta a la muerte.

 

*

 

Tu boca

sed de la sombra

tajo de silencio muerto.

 

*

En las raíces de tus manos, los poetas urden

blanca y morena mujer, tu noche sombría.

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Gabriel Rodríguez Molina (1995, La Plata, Buenos Aires, Argentina) es narrador, cronista, poeta y dramaturgo. Estudia Medicina y Filosofía en la Universidad Nacional de La Plata. Publicó su primer poemario -El despertar de los ojos glaucos- bajo la Editorial Lisboa y su segundo libro de poesía -Lágrimas de un pájaro- bajo el sello editorial Buenos Aires Poetry. Formará parte de la Antología de poesía Contemporánea Latinoamericana a editarse en 2019. Y publicará durante dicho año su tercer trabajo de poesía –Un cielo que llaman muerte- (Ediciones Kalos). Participó en la residencia para artistas del TACEC (Teatro Argentino Centro de Experimentación Contemporánea) Trabajó en la Clínica Final de Obra (auspiciada por la Biblioteca Central de la Provincia de Buenos Aires) con su novela -Ensayo sobre la intimidad- bajo la tutela de Fernanda García Lao. También ha escrito La sed (Novela histórica), Un gato en un almacén extraño, Tracción a sangre (Novelas), El ánfora y la pluma (Cuentos) y El teatro y su sombra (Ensayo). Estudió dramaturgia con Mauricio Kartún y es cronista en el Teatro Estudio El Cuervo dirigido por Pompeyo Audivert. Dirige -En el frío invierno- drama de su autoría, a estrenarse próximamente. También ha escrito las obras de teatro Civilización (Sainete criollo), La calle de los naranjos (Una alternativa a la masacre de León Suarez), Glauco o la venganza (Posible continuidad de Las Troyanas de Eurípides), Deshielo (Obra homenaje a Alejandro Urdapilleta), El libertinaje de los muertos y El calvario. Colabora en el suplemento cultural del Diario El Día. 
 

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