Los cuadros de Cristian Gavarrete (Lepaera, Lempira, Honduras, 1994) son un viaje a la infancia, a la etapa en que quedan grabados, a hierro caliente, los dolores que repercutirán en la vida adulta. Cristian es, por decir lo menos, el pintor del desgarro. 

 

Pocos han sido los artistas -escritores, músicos, pintores- que han puesto su arte al servicio de los niños tanto en España como en Hispanoamérica.

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Cristian es una voz inédita en este nuevo siglo en el que el abandono y la desesperanza campean en las vidas de los pequeños. Sus cuadros son el reflejo de una sociedad que les ha fallado. 

Con colores vivos y trazos a veces cortos, a veces extensos, vemos en sus cuadros a niños que necesitan de un abrazo ante el abandono paterno, la madre ausente que tiene que emigrar para poder darles una vida mejor, o la violencia engendrada por los tiranuelos que atenazan la libertad de nuestro continente. 

 

Pero Cristian también tiene una veta de retratista. Tan poderosos son sus retratos como los de los niños que pinta. Ha hecho retratos de grandes poetas como Vicente Huidobro (1893 – 1948), con fondos planos a fin de que el rostro del poeta resalte.  

 

Esta vez es el turno del poeta venezolano Eugenio Montejo (1938 – 2008), quien alguna vez dijo:

 

Miro el hombre que soy y que vuelve;

he leído en Heródoto su vida;

me habla sánscrito, sueco.

 

Es miope, tardo, subjetivo;

yerra por calles que declinan

hasta que el horizonte lo disuelve.

 

(...)  

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«EL OTRO»

1976

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