Breve antología poética
Por Bosco Enmanuel Hernández Ruiz
Abril
Aún arde el hierro
el plomo
la sangre
la muerte
¡QUÉ HORRIBLE ES LA MUERTE!
todos los hombres tienen su rostro
todos los hombres la palabra
todos los hombres el olvido.
Algunos poetas nacen muertos
“El día que nací se pensó en un nombre
para grabarlo en una lápida”
Aldo Vásquez
A F.
Cada cinco minutos los abandonan al desprecio,
les compran un cementerio para que retocen.
Algunos
se convierten en ratas
y rondan fontanerías de donde no salen nunca.
Otros
arrastran su soledad a la calle como perros
y se echan debajo del frío.
Alguien les patea las costillas
así sienten vivir.
Rasgan sus pasiones hasta destrozarse
y pretenden curarse con lo que encuentran.
Pero ninguno tiene ojos para remendar su carne.
Se desesperan,
caminan sin rumbo,
hasta que coinciden en su desgracia
y se acuestan con la esperanza
de una muerte que ya poseen.
Elegía del indígena
“No acabaran mis flores, no cesaran mis cantos”
Nezahualcóyotl
Así, echando de menos tus cantos
Me he venido a afligir.
He aquí el árbol de tu muerte
la palma rota entre el barro
el cántaro eterno de los cansados días en el monte.
Afuera llora el pájaro
adentro canta el hombre
La llanura es tu cuerpo ahora dormido,
el color de la tierra y la tienda rústica.
Allí sueña el hombre,
entre el fuego de los años esclavos,
la vereda franca de la vida.
Ya no estás aquí, ya no,
En la región donde de algún modo se existe
nos dejaste sin provisión en la tierra
No volverá el grano al surco.
el polvo de las hojas por tus caites
el barro de tus manos a las mías.
Éxodo
“Por mí se llega a la ciudad doliente
Por mi se avanza hacia la eterna pena”
Dante Alighieri
La tierra de mi padre
es un rebaño de voces que camina al olvido.
Desde un abismo de niños
sus labios me llaman.
Yo le grito:
¡Padre! ¡Padre!
¿Cuál de ellos soy ahora?
Historias sin tiempo
Mi madre dice que los muertos siempre vuelven
a escupir el asco de haber sido humanos,
a llorar amarguras,
nostalgias en algún vientre extraño.
Ella les deja agua para dormir el fuego del que regresan,
para apaciguar el nudo,
la soledad que les quema la lengua.
Dice escucharlos llorar frente al espejo,
absortos,
lejanos en el silencio.
Se arrastran por la noche
mientras se les deshacen los huesos.
Ellos me cuentan historias
de algún lugar sin tiempo.
Bosco Enmanuel Hernández Ruiz. Nació en Masaya, Nicaragua, en 1996. Es Licenciado en Ciencias de la Educación con mención en Lengua y Literatura hispánicas. Está incluido en la Antología Novísima del Cuento Nicaragüense, publicada por la revista del CILL de la UNAN-Managua. Ha publicado poesía en la Revista Centroamericana de Literatura, Alastor literario y la costarricense Revista Antagónica.