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Selección poética 

Por Ana Verónica Sánchez Narváez

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1. Oración en praxis sin templo

A P.A.


De tal manera se inclinó el viento sobre tu verde,
Que rociando diamantes en vísperas de la distancia,
Se dio, como resultado, un presentimiento vano;
Por lo tanto,
La sombra que vino del cáliz y que se rasga hacia el borde del día,
Me vio por hijo y por Padre,
No sin antes aclamar a ella los desterrados hijos de Eva.

Si bien la propuesta radica sobre este valle de lágrimas,
¡Ea pues, Dios te salve
En la noche y en el día!
La tesis consistiría, por lo tanto,
En evaporar los lazos que previamente desarmamos
O bien
Que dejaste en continuo ladrido como en expansión de cabellos.

En otras palabras y a saber
Que el verbo se hizo carne
Y es espejo de tu frente.

 

2. Enumeración o bien, epítetos como oraciones compuestas

 

Hasta ahora no he podido lidiar con la creciente sensación de eutanasia
Yo también, cuando escribo, no me lleno
No siempre las flores llevan mantos por sueños
No es preciso que en el día suenen tantos los convexos
No me queda más remedio que devenir en capullos
¿Qué será de los rosarios polinizados?
¿Por qué el antónimo hasta ahora prefirió el encierro?
¿Cómo es que ciertos capullos llevan por palabra la enhiesta?
¿Qué es la enhiesta en tu contexto?
Dos muchachos demostraron que este ruido aquí aquí presente
se irá disipando cuando el paracaídas se disuelva en tu recuerdo.
De ahí en adelante, todo será como las llamas
o como el sueño interminable de los helechos
¿En qué manos posan sus cabezas los helechos cuando están demasiados?
El pastor de los sinos lleva al aire por el cuello
No siempre el aire tira el globo
No es preciso llamarle por su nombre
El nombre es un paraguas hecho de heno
Cabeza áspera, manojo de párpados
No es cierto que estos párpados atrapen las horas
No existen horas en los anzuelos
No he visto espejos sin algarabías
No me significan los peces tirando reflejos
Amablemente se me impide el desplazamiento
a favor de la privatización del pie de página
¿Qué es la página sin el silencio?

 

 


3. Onomatopeyas para la niña que ha perdido el pan

 

A propósito del carácter contemplativo de tus manos al deshojar los helechos
He pensado, no sin lucidez,
en los hilos de las guadañas
y también
                   —no muy de vez en cuando
                   y con un bordón como lengua—
en tus hielos.

Es cierto que por ahí voy rodando
como coqueta castración de páginas o desfiles de silencios,
que caigo en picada
en forma de incendios con nudos en los espejos.
Me ha sido imposible no vaciar estos pájaros y desiertos
sobre valles con estructuras de terciopelo
¿Y qué de la soltura inactiva del cabello?
Que muerda los pasos de epístolas
Todo esto solo por tus manos y la contemplación de los helechos.

4. Cavilaciones en torno a la teoría y praxis de la categoría nominal obrero y su posible campo semántico

 

El sueño del obrero
difícilmente sea meditar en lo representativo de sí mismo
o seguir figurando en los panfletos amables
                                                   de las reuniones de izquierda o derecha.
No sé si de verdad querrá estructurarse
                            y luchar,
                            y tirar bombas
                            y morteros,
                             armar la revolución
                            dibujar las paredes
                             sacar su “barrio interno”,
como tanto añoran los que están sentados tras sus libros
o los que en chinelas y shorts deshilachados hechos por obreras,
gritan frente a las paredes “maldito capitalismo sometedor de género”.
No sé si el obrero constantemente sepa de dónde viene ese epíteto,
pues,
             al llamarle “el obrero”,
se borran las otras categorías que también y mejor lo significan.
Cada domingo en la iglesia
                         o en la cantina
                          o frente a la fuente del parque
               –que está en medio de la cantina y la iglesia–
Quizá piense en sus hijos,
en la familia fragmentada por la distancia.
A lo mejor se esté acordando de Chepe Chú,
su niño el más chiquito,
y se lo imagina tras el pupitre,
colgando los piecitos aún tersos.
No sé si realmente piense en organizarse,
con sus compañeros de trabajo,
                                                 por supuesto,
                                                 con los de su clase
                                                 (que de igual forma piensan en sus hijos
                                                                 y los piecitos de estos),
y hacer el mejor y más perfecto sindicato
y asistir cada 1 de Mayo con colores de más de un siglo
y unirse a los compas que le dijeron que unos cuantos carteles sirven de consuelo,
que ayudan a entender el sentido social
y comprender la historia de los oprimidos y
de los alienados,
pero que al día siguiente,
estos, los compas en chinelas y pañuelos,
que asisten religiosamente los findes con sus bolsas artesanales de pis an lov
a las ferias,
preor lástima de los que cultivan
por hacer un favor a estos “desdichados”,
apoyar lo nacional, ¡Qué increíble idea!
y por esa necesidad tan extraña
de empatía hasta los codos
que será recordada como un selfie colgando en las redes
y alguna frase motivacional que inspire a todos,
pero que doblarán en la esquina de antes,
después de ir al Gym por la mañana,
para evitar, por cortesía obligada, verle los ojos llenos de barro
al que cuida los carros y a la que lava la loza;
No sé si el obrero
(este con especificidad)
sepa que el don del carro o la doña empresaria
lo evoquen frente al altar de ideales,
en las campañas electorales
en conversaciones en el Club,
en los bares de Escalante y Las Colinas,
en los libros de Historia,
en las publicaciones de facebook.
Yo creo más bien
que sueña que su Chepito sea
así
como es el don del carro
y que se quede con la doña empresaria,
que aspire a ser como los que él denomina “aquellos”,
que cómodos, ya sea en las calles o comprando bolsas orgánicas
en tiendas orgánicas
con dinero orgánico,
hablen por los otros “aquellos”,
los aparentemente opuestos,
sin siquiera
hacer el mínimo esfuerzo de articular el sabor del nombre del obrero
o acordarse del nombre de Chepito y sus piecitos de uva
¿Cómo es que se llama el obrero?
Eso a quién le importa,
mientras siga siendo la excusa para hablar de libertad.

5.  Escena y Plantón frente a la Asamblea

 

Se observa por el canal siete o nueve
una caravana
                (indispuesta)
de criaturas modestas del dinero de sus padres,
que frente a la Asamblea
dibujan confites de adioses y gritos.
Se han destinado estas acciones para acurrucar todas las noches
al niñito pequeño de una policía sin nombre.

Más adelante,
con el devenir de la tarde,
un par de poetas rotos
trenzan sobre a la Asamblea
sus piruetas hechas libros.
Se considera que este acto, así de simple,
podrá, con mezquindad,
otorgar respuestas a los analfabetos políticos.

Unos vendedores ambulantes intentan,
aprovechando la escena,
ofrecer unos cuantos productos que amparen las frentes de las criaturas modestas. 
Se les denomina a los vendedores
analfabetas políticos antes mencionados
por asistir al evento, pero sin fines sociales
que ayuden al verdadero pueblo
                                       dibujado en panfletos
porque no entienden la causa
y quizá no odien a los que estén dentro de la Asamblea
y no comprendan el hambre.
Se toma la decisión de no comprarles nada
¡Traidores!

Luego se observa una hilera de taxis
sin taxistas por dentro:
Los han obligado, sin preguntarles,
                                            porque sus manos solo están hechas para dibujar las calles,
a quemar llantas frente a la asamblea, también.
Esto, definitivamente,
                                no alimenta ni al niñito pequeño de una policía sin nombre, 
                                  y tampoco estos taxistas les compran a los analfabetos políticos.
No tienen aún nada en los bolsillos.

Delante del humarascal de las llantas
con la hilera infinita de taxis vacíos
que dibuja una ciudad desierta de peces,
Los autoproclamados brindan oportunidad a los que consideran que llevan por estandarte 
un discurso capaz de atravesar los muros de la Asamblea
y los corazones desconsolados de televidentes que no se pierden los reportajes vespertinos
y les prestan las bocinas y parlantes
con stickers del Ché o algo por el estilo.
Escupen unos cuantos hemistiquios
o citas textuales,
porque
probablemente han asistido a la universidad,
o tienen en casa una biblioteca
una colección de textos revolucionarios,
IN-CRE-Í-BLES
En orden alfabético o según país, región, clase social, línea de pensamiento, género, bar al que asistió quien haya escrito el libro, incluyendo el tipo de cerveza que haya consumido,
pero no entienden qué pasa,
ni por qué hay hileras de taxis
o dos poetas como gorriones encima de sus cabezas.
Ven a al niñito de una policía sin nombre llorar,
pero es hijo de una policía, entonces, qué importa.
También ven a los analfabetas políticos,
                                                   que, evidentemente, no se mezclan con la política
pero, como es así la cosa
no tendrán derecho
una vez que los diputados y el presidente salgan de la Asamblea.
“Si no llora, no mama”.
Alaban a la Anarquía
el tumulto
el calor de la hoguera
la necesidad de quemar nuevos herejes
Ojo por ojo diente por diente.

Cuando dan las cinco
el de la bocina, los poetas y el orador piden un Uber.
Llegan a casa y con tranquilidad
prenden la compu para constatar
la colección de likes
de su colección de marchas infinitas
una foto con fuegos artificiales y polvo de hadas.

Los taxistas,
los vendedores,
una policía sin nombre y su respectivo niño
y también los guardas de la Asamblea
limpian las calles de neumáticos y discursos.

El presi y los diputados nunca estuvieron en la Asamblea.

 

6. El profe

 

Todos los viernes después del trabajo,

al apagar las luces de la escuela,

y ver el último aleteo del pequeño Pedrito

que en breve,

se dispara por la puerta como una bala de nueces y almendras,

me arrojo a la calle

y en un torbellino de buses,

que por las avenidas se interceptan de abrazos,

y los conductores que alegres

tejen niños

                tejen palomas

                                   tejen luciérnagas

me arrojan desde la ventana

y así van arrojando cuerpos como esporas que bañan los techos de la ciudad.

 

Me dispongo a caminar,

a rodar por las aceras

a rodar sobre cabezas y panzas

a persignarme mientras me arrastro sin puertos ni estaciones.

Los automotores se atascan con mis cabellos,

las bicicletas explotan en un mar de alientos

y salgo disparado como en lluvia de ásperas.

 

Alguien dirá que el profe tiene casa,

tiene hilos

o algún perrito que en ladridos

deshilache los aromas de la tarde.

Algunas casas no tienen puertas, ni ventanas,

ni mucho menos altares.

Algunas casas van desiertas

y en las noches

se abren como helechos

y cuelgan sus ojos y dientes.

 

Al fin llego.

Me desparramo sobre alguna cama,

un par de almohadas.

Alguien dirá que el profe tiene casa.

Los niños de la escuela me abrazan.

Yo solo quiero dormir.

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Ana Verónica Sánchez Narváez o Ave Asán (1992) Managua, Nicaragua. Su contacto con el arte y la cultura ha sido polifacético. Estudiante de música desde los 10 años, con acercamientos tanto a lo académico como a lo popular, sintió aspiraciones por la literatura, la danza y el teatro desde esa misma edad. En 2015 presentó la tesis Descripción Fonética de los Alófonos Vocálicos presentes en los estudiantes de Canto Lírico del Conservatorio de Música de la UPOLI, ganándose el título de Licenciada en Filología y Comunicación de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. UNAN-Managua. En 2016 decidió continuar sus estudios musicales en Costa Rica y en ese mismo año fue la editora de los textos poéticos del proyecto de Vertedero Satélite Promoción de las artes literarias en el Centro Penitenciario Sandoval de Limón: Liberando Ecos de Costa Rica. Actualmente cursa dos Bachilleratos en Música: uno con énfasis en violín y otro con énfasis en Canto, ambas carreras en la Escuela de Artes Musicales de la Universidad de Costa Rica. Sun vínculos literarios son alienados y ocasionalmente trabaja como correctora de tesis, asistente del sitio de difusión poética Poeta Pachuco, y además como docente de música en San José y en colaboración con orquestas varias.

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